mardi 11 septembre 2007

De cuál lluvia, nos lloveremos ahora.
De cuál tigre nos mancharemos, nos desgarraremos.
De cuál soledad nos volveremos prójimos próximos,
cercanos.
De cuál noche nos desapareceremos,
nos oscureceremos por dentro,
nos cercaremos.
De cuál vuelo nos romperemos el hueso del ala,
de cuál Ícaro perderemos la fe en el vuelo
de cuál París nos entristeceremos ahora
hermoso factum acontecido a dos pulgadas de mi mano, luminoso.
de qué amor nos moriremos
De qué sed nos agarraremos ahora a la hora del aljibe
cuando salgas a beberte las estrellas
y se te caigan
y te caigas
y te bebas hasta la miel más oscura de las tortugas de agua
hasta sus médulas inimaginables
hasta su encantada boca,
hasta sus no-dientes decime,
de qué ruta nos perderemos.
De qué sandía saldrá el rojo crujido de dientes que anticipe nuestros propios ruidos al morirnos.
De qué nido nos dormiremos.
De qué fábrica de carbón ennegreceremos hasta ser,
hasta no ser,
hasta ser a veces una mancha, una llamarada.
Abrí la boca de turpial,
de mes de septiembre a la hora de la siesta
abrila y decime las verdades con que cuento,
reyecito, príncipe sapo.
Lloveme que rompí la casa de mi cordura para eso.
Lloveme ternura, que ando quitándole ladrillos al tejado.
Lloveme, mirame, hermosa psicodelia.
De dónde me llegan tus ojos ?
de cuál serenidad? de dónde me sale todo esto?
-de vos-
niño.

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